ESCASAS PRECIPITACIONES DE NIEVE EN LA CUENCA DEL COLORADO

10 Diciembre 2012

Otra vez, menos agua para el riego

Se repiten las restricciones en los aportes en el valle bonaerense, en coincidencia con una menor intención de siembra. Los niveles de Casa de Piedra terminarían, al final de este período, con valores que sólo se repitieron cuando comenzó el llenado del dique, en la década del 90.

DAVID ROLDAN

«La Nueva Provincia»

Por tercer año consecutivo existen restricciones en la entrega de caudales para el valle bonaerense del río Colorado administrado por Corfo.

La medida se adoptó en virtud de repetirse un año con escasas precipitaciones de nieve en la alta cuenca de este curso de agua, panorama que, de reiterarse en el próximo período, profundizará la crisis hídrica.

Esta situación coincide con una disminución en las expectativas de siembra para el proceso que ha comenzado en agosto último.

«La concesión de agua es similar al del año anterior, pero estamos más complicados si tenemos en cuenta los volúmenes disponibles en la cuenca», afirmó el ingeniero Marcos Aragón, gerente técnico de Corfo Río Colorado.

Sus conceptos fueron corroborados por el ingeniero Juan Perl, gerente técnico del Comité Interjurisdiccional del Río Colorado, quien fue un poco más allá, al advertir que se produce, por sexto año consecutivo, un magro aporte de nieve en la zona de las nacientes del Colorado, un hecho sin precedentes en mucho tiempo, según dijo.

Aragón comentó que el estudio de expectativas de siembra que hace personal de la Universidad Nacional del Sur reveló que el área cubierta será un 10 por ciento menor en cebolla, cultivo principal, con respecto al período pasado, en tanto se mantendrían los espacios dedicados a cereales y oleaginosas.

El año pasado, la cebolla ocupó 14.143 hectáreas, en tanto que ahora oscilaría en las 13.000 hectáreas.

El relevamiento hecho en septiembre adelantó que en materia de cereales y oleaginosas, frente a las 71.800 hectáreas del año pasado, ahora se trabajarían unas 70 mil, con algunas variaciones en cebada y trigo.

El área de pasturas se mantendría pero, claro, constituye el fusible cuando hay que pensar en una restricción.

«Si alcanza, recibirán agua; de lo contrario, se complicará», aseguró Aragón.

El gerente técnico de Corfo ejemplificó señalando que el año pasado apenas se regó la mitad.

Dentro de los cereales, el principal en superficie es el girasol para semilla y grano, con más de 22.000 hectáreas; el maíz está en las 15.000; el trigo, en 14.000 y hay otras 15 mil destinadas a avena, cebada y centeno. El resto es un poco de sorgo y, en menor medida, soja.

En primavera ingresó un 15 menos del agua de lo normal; en verano (diciembre y enero) la quita será del 10 por ciento, en tanto que desde ahí hasta el corte del riego (30 de abril) la restricción irá del 25 al 30 por ciento.

En definitiva, el promedio de la reducción estará en alrededor del 20 por ciento para todo el proceso productivo.

–Ingeniero Aragón, ¿qué resultados productivos se obtuvieron en el período anterior, con una restricción similar?

–Disminuyó algo la producción, en particular en materia de pasturas y en un grado menor, en cereales y oleaginosas.

«Este año la diferencia está dada porque se ha sembrado un poco menos y el productor ha tomado más conciencia al planificar sus cultivos, en tanto también respondió concretando obras internas para tornar más eficiente el riego», acotó.

La campaña productiva se inició con el comienzo de agosto. Primero se sembró la cebolla y se hicieron riegos para los cereales.

Septiembre y octubre comprendió la presiembra de cultivos de verano, girasol y maíz, en tanto ahora comienza la etapa fuerte, que pasa por la terminación de los cereales, la cebolla se encuentra en plena evolución y se hará el aporque de girasol y maíz, lo que consume mucha agua.

Esta semana se estaban derivando a los canales principales de Corfo unos 80 metros cúbicos por segundo.

Según Aragón, el tramo pico irá desde el 20 de diciembre al 25 de enero, con alrededor de 90 metros cúbicos por segundo.

Admitió que las lluvias puntuales que se dieron en algunos sectores del valle bonaerense fueron muy beneficiosas.

«Los volúmenes no fueron importantes, pero permitieron el lavado de los suelos. También favoreció la presencia de vientos frescos, lo que impidió que fuera muy elevada la evaporación», afirmó.

¿Cómo se enteran los productores de lo que viene sucediendo?

–A través del consejo consultivo y de informes que se adjuntan a la boleta del canon de riego. Allí comentamos qué pasa con los caudales y cómo se operará, para que ellos puedan planificar mejor sus actividades.

¿Qué panorama imagina para el próximo período?

–Suponemos que, tras esta temporada, el dique terminará con dos o tres metros menos de nivel, por lo que dependeremos prácticamente de la nieve que pueda caer. Si es así, ojalá que no, tendremos que hablar de restricciones aun mayores que las de los últimos tres años.

 

Seis años muy magros

Este año viene con la misma característica de los dos anteriores, es decir que se está en un 52 por ciento de un año medio, según lo admitió el ingeniero Juan Perl, gerente técnico del Coirco.

Aseguró que por tercer período consecutivo puede calificar de «extra seco», en medio de una sucesión de seis años por debajo del promedio, lo que ha obligado a acudir a las reservas que tenía el dique Casa de Piedra.

Según Perl, los datos previos que se conseguían en las estaciones meteorológicas remotas de Valle Hermoso y Pehuenches se confirmaron y redondearon un año muy flojo, inclusive por debajo de algunos pronósticos elaborados.

Los derrames de octubre han estado un 20 por ciento de lo normal y los de noviembre apenas un 3 por ciento. En definitiva, se está en un 5 por ciento menos de escurrimiento de lo habitual.

La estimación final oscilaría en los 2.800 hectómetros cúbicos de deshielos, contra una media anual para el Colorado de 4.620 hectómetros cúbicos.

Admitió Perl que alguna lluvia que se dio en noviembre permitió que el embalse subiera poco menos de 20 centímetros, deteniendo el descenso de nivel que se evidenciaba.

Esta semana se estaban erogando desde el dique 110 metros cúbicos por segundo.

En la práctica, el 1 de diciembre tendría que haber cambiado ese valor, pero lluvias puntuales en las zonas en producción posibilitó frenar esa medida.

Estimativamente, a partir de la semana que se inicia el desembalse pasará a ser de 115 metros cúbicos por segundo.

«Ajustamos la decisión día a día, con la intención de perder el menor volumen de agua posible», afirmó Perl.

Este año se llegará a una erogación máxima de 120 metros cúbicos por segundo.

En las últimas horas, el nivel del lago Casa de Piedra comenzó a bajar. El viernes estaba en 274,01 metros sobre el nivel del mar.

El año pasado descendió hasta 273,39 metros el 30 de abril, día en el que las compuertas se limitaron a erogar apenas 20 metros cúbicos por segundo, para mantener un caudal ecológico.

Fue un nivel histórico que no se daba desde que comenzó el llenado de la presa, pero hasta fines de julio la operación posibilitó recuperar casi 1 metro y medio.

«Nuestra previsión es que, en base a lo que ingresa y lo que está erogando, al final de este período la cota estar por debajo de 271 metros, o sea casi 2 metros y medio menos que el año pasado», dijo Perl.

En la práctica, según afirmó, en estos seis años de nevadas pobres se consumieron unos 6 mil hectómetros cúbicos, lo que significaría un derrame y medio anual promedio.

«Si existió riego en todo este tiempo, fue merced a la regulación que ha permitido hacer Casa de Piedra. De lo contrario, hubiera sido imposible», comentó Perl.

–¿Qué puede pasar el año que viene, ingeniero?

–Nosotros nos esforzaremos por cuidar al máximo el agua, pero la última palabra la tendrá la naturaleza.

 

EN DOS TRAZOS

Preguntas

No hay dudas de que la seguidilla de años magros en materia de precipitaciones níveas tiene pocos antecedentes en la cuenca del río Colorado.

Máxime, si tomamos en cuenta un hito especial, constituido por la terminación y puesta en servicio del dique Casa de Piedra.

Porque es cierto que ha habido años muy secos, pero casi siempre estuvieron precedidos o seguidos de otros más ricos.

En consecuencia, se producía una lógica compensación.

Lo que ha pasado ahora llena de asombro a quienes tienen vinculación con este río patagónico, en particular a los técnicos que siguen, paso a paso, la evolución de su comportamiento.

De los últimos seis años, los primeros fueron de bajo aporte y los más recientes llevaron la escasez al calificativo de «extra secos».

Todo ello derivó en que un año tras otro, se fueran utilizando las reservas que, con esfuerzo, se habían creado detrás de la presa, hasta llegar este período productivo, tras el cual se habría arribado a un nivel mínimo sólo con antecedentes cuando se comenzó con el llenado de la presa.

¿Qué pasará de ahora en más?

Nadie lo sabe y como decía el ingeniero Perl, con muchos años estudiando el río, la naturaleza tendrá la última palabra.

Lo cierto es que no hay que perder de vista que esto puede prolongarse.

¿Puede ser este un efecto del cambio climático que evidencia el mundo? Tal vez.

De todas formas, existe un mensaje y hay que decodificarlo.

Ha llegado la hora de cuidar el agua dulce, uno de los más preciados y escasos tesoros de la humanidad.

¿Por qué, entonces, no acelerar los procesos en la construcción de nuevas presas sobre el Colorado, como Portezuelo del Viento (en etapa de proyecto ejecutivo) o Huelches (en estudio)?

¿O pensar, de una vez por todas, en la intercomunicación de las cuencas del Negro y del Colorado?

David Roldán LNP droldan@lanueva.com 

 

Fuente La Nueva Provincia

 

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10 Diciembre 2012
CP 2012_60