La crisis pide mucha cautela

10 Marzo 2014

EDITORIAL

La cuenca del Río Colorado atraviesa uno de sus ciclos más difíciles, ya que ni siquiera se cumplieron los pronósticos más cautelosos.

EN DIVERSAS oportunidades se ha abordado, tanto en esta columna como en otras páginas, la difícil coyuntura por que atraviesa la cuenca del río Colorado, producto de siete años en los que en las nacientes se han producido nevadas por debajo de lo normal.

COYUNTURA QUE ha determinado que prácticamente se haya consumido la mayor parte de los caudales que, tras la presa de Casa de Piedra, poseía el lago formado a comienzos de la década del 90.

ELLO, POR la necesidad de alimentar de humedad las áreas en producción, en tanto se diluía la esperanza de inviernos crudos que dejasen precipitaciones níveas como para recuperar lo perdido.

ESTE CICLO no tuvo características diferentes. Es más: podría decirse, sin temor a equivocarse, que fue peor, en función de que ni siquiera los pronósticos más cautelosos se cumplieron.

LA EXCEPCIÓN fue la existencia de una primavera muy lluviosa en el valle bonaerense administrado por Corfo Río Colorado, que posibilitó frenar algo la apertura de las compuertas y retener algunos caudales para el resto del período productivo.

CLARO QUE, en contrapartida, entre diciembre y enero, gran parte de la región patagónica, incluida, por supuesto, la que atraviesa el cauce y el propio valle bonaerense, padecieron los efectos de una ola de calor con pocos antecedentes en los últimos años.

LA CONSECUENCIA es que lo se pudo recuperar se evaporó rápidamente, ya que los cultivos implantados exigían los riegos propios de su evolución o, inclusive, un poco más.

SI ALGO favoreció todo este proceso, fue la acción coordinada de los distintos organismos involucrados, en particular Corfo y el Comité Interjurisdiccional del Río Colorado (Coirco), para manejar los caudales, la toma de conciencia por parte de los chacareros de la situación planteada y la necesidad de ordenar el manejo del agua.

¿QUÉ QUEDA por delante? La certeza de que el próximo ciclo va a ser peor que este, si el invierno no cambia y recupera su característica, con lo que se podría dar por seguro, entonces, que habrá menos agua.

DE AHÍ la necesidad de ser precavidos, tal cual se expresó repetidamente en las reuniones que se realizaron en el área de Corfo. La crisis está instalada y es imprescindible que los productores no tomen decisiones apresuradas, bajo el riesgo de terminar en un verdadero fracaso económico.

Fuente diario La Nueva

 

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24 de Febrero de 2014
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